MAREMÁGNUM… DOÑA SARA

Mario Vargas Suárez

Sara es un nombre femenino que proviene del hebreo antiguo y su significado es “princesa”.

Pertenece al nombre de un personaje bíblico del Libro del Génesis, es mujer del patriarca Abraham y los especialistas calculan que los hechos de su vida ocurrieron hacia el 1800 a. C.

El nombre pudiera tener significados distintos y la historia reconoce a un buen número de mujeres que se han distinguido en el mundo de las letras, en lo artístico, la política, la ciencia, el cine, en el deporte, etc.

El espacio de hoy está dedicado a Sara, de momento sin los apellidos, porque su vida es como la de un sinnúmero de mujeres en el mundo que vivieron, aunque no todas bajo el mismo esfuerzo, un universo de penalidades que no mermó su fuerza no solo para subsistir, sino para inculcar a sus hijos la superación constante.

La historia de la Sara que les narro, es de una mujer muy singular que desde niña, fue ejemplo familiar, empezando porque le toca ser la mujercita mayor entre cinco hermanas y la segunda entre siete (dos varones) que vivieron con unos padres, ya en el campo cultivando la tierra, pero también en la industria en la capital del país.

Don Román y Doña Jovita, padres de la Princesa, se caracterizaron por ser mexicanos del campo, que sin importar el sexo, lo mismo sabían manejar una pala, un machete, sembrar y cosechar, desgranar el maíz y todo lo referente a la producción de verduras y hortalizas, además de remar canoa en los canales de la ahora Alcaldía de Tláhuac.

Sara como toda mujer, se enamoró de un apuesto jovencito de tez blanca y ojos verdes y al poco tiempo de novios llegaron al altar, llenos de sueños e ilusiones dieron vida a varios hijos.

Se puede decir que Sara y Luis vivieron felices, aún con limitaciones económicas, lo que obligó a nuestra protagonista a buscar alternativas de ingresos, por lo que ella lavó y planchó ropa ajena, además de comprar carne en el rastro que revendía entre las vecinas e inyectaba intramuscular e intravenosa, acciones que aprendió empíricamente.

Desesperada por no alcanzar para los gastos de casa, un día doña Sara, caminando por las calles de la gran ciudad de México, con lo poco que sabía de primeros auxilios llegó a las afueras del Hospital General de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, donde preguntó si había trabajo.

Una jefa de enfermeras le indicó entrara a un aula donde se estaban dando cursos de enfermería y la metieron para que tomara clase; la citaron para el día siguiente hasta lograr el diploma de Auxiliar en Enfermería. Y para mayor de las sorpresas causó alta como empleada de la dependencia federal, a partir de su llegada.

Con los años alternó su trabajo con las escuela de Enfermería, su trabajo de Auxiliar en ésa área y desde luego como madre de tres adolescentes y dos niñas, dando como resultado a una Enfermera Titulada, cuatro hijos con licenciatura y al final jubilada del Sector Salud y del Servicio Médico de Petróleos Mexicanos.

Sarita la enfermera trabajó en el área de hospitalización en la especialidad de cancerología por más de 20 años, por lo menos 5 en el área de Urología y otros tantos años en Urgencias.

También la enfermera Sarita se desempeñó en Consulta Externa, auxiliando a las áreas de Dermatología, Gastroenterología, Psiquiatría, Urología, Otorrinolaringología y otras áreas más.

Aseguro a usted que la cuestión anímica en el personal médico y de enfermería muchas veces les afecta, pues sin pretenderlo, llegan a estimar a algunos pacientes y le aseguro que también llegan a sentirse impotentes ante las enfermedades que les aquejan, inclusive la muerte.

Doña Sara Suárez Aguilar, lamentó mucho haberse pensionado del ejercicio profesional, pero los años de trabajo, la edad y los males característicos de una mujer trabajadora, poco a poco fueron mermando su salud.

Doña Sara, fue ejemplo claro de tesón, de ahínco, responsabilidad familiar y de Ética profesional.

Feliz Día de la Enfermera.