Mario Vargas Suárez
El aplauso es simple y llanamente una expresión de aprobación mediante palmadas. La idea es crear un ruido jubiloso. En algunos casos de la vida artístico-cultural, los espectadores aplauden tras una representación, como en un concierto musical, la presentación de una obra de teatro… aunque también suele ocurrir en el mundo de la política, en todos sus contextos.
En la pandemia del COVID-19, el personal médico y de urgencias en la salud sin duda son los primeros en hacerles este reconocimiento no verbal y hay ciertos personajes, sobre todo del mundo político, que ni de chiste recibirán aplausos, incluyendo al galeno López Gattel, cuya curva hasta la fecha no se ha aplanado por el número de contagios y fallecimientos que siguen alterando las estadísticas, aunque la actriz y cantante Susana Zavaleta publique ciertos mensajes… especiales.
Quienes no recibirán ni un aplauso o muestra de agradecimiento es el magisterio mexicano que ‘sin decir agua va’, se enfrentó a una realidad desconocida en la educación en línea y le entró, como está acostumbrado a alistarse en las reformas, que pese a los ‘cursos de actualización’ nunca resuelven las dudas de los profes.
No hay aplausos a maestros, pese a que de un día para otro, les idearon todo un sistema de ‘educación obligatoria a distancia’, para continuar su misión profesional desde su propia casa, sin importar tuvieran una educación mínima en el manejo de la computadora, programas digitales o de las plataformas.
Un hecho es que la SEP no proporcionó materiales, cada maestro trabajó con una computadora propia o prestada… ¿internet, energía eléctrica, celular? No pudieron usar ni los restaurantes con WI-FI, porque ordenaron su cierre.
El profe, con tal de no abandonar a sus alumnos, buscó las alternativas y no hubo más que: O seguir pagando los servicios y en el caso de no tenerlos: contratarlos… sin esperar que la SEP o su sindicato les reditúe en algo.
Los escenarios para la transmisión desde luego no fueron los edificios escolares que estuvieron cerrados por indicaciones del gobierno, lo que obligó a los profes para acondicionar la sala familiar que por cierto, la convierte en pública para sus alumnos, vulnerando la intimidad de su familia.
Una realidad es que el profe se las ingenió para que su creatividad estuviera de manifiesto en un contexto completamente nuevo para él-ella, sacando imágenes, videos, textos fijos o con movimiento, diseñando diapositivas, etc., todo sin poder registrar y mucho menos cobrar derechos de autor… estos ‘quedan cedidos’ a la SEP.
Muchos padres de familia se quejan porque en esta ‘cuarentena’ de poco más de 100 días, no aguantan las travesuras de sus dos, tres, cuatro o más hijos, pero ahora el reto de las y los docentes, piden de ‘buena forma’ que no se distraigan, que cierren el micrófono, que dejen de comer, que Rosita valla a su recámara, se quite la pijama y se uniforme.
Como en el sexenio de Peña Nieto, no hay aplausos para las y los maestros; ahora la razón es la Pandemia, pese a que esta vez el magisterio tuvo en cámara y micrófonos a mamás observando todo y no faltaron las que pidieron a micrófono abierto y a veces no muy amables, el dictado más despacio, porque el niño o niña se desespera por lo rápido que dicta la-el maestro.
El número del teléfono celular de los maestros ahora pareciera estar a la orden de las mamás o papás que ‘no alcanzaron a copiar toda la tarea’ o que ‘no entienden algún razonado’ o la instrucción del experimento.
Muchas madres de familia confundieron la actividad de los niños como acciones propias y, desde luego se van a inconformar con las calificaciones, aunque la SEP ya aclaró que será el promedio de las unidades presentadas en tiempo regular, con posibilidades de aumentar por su desempeño (del escolar, no de las madres) en la educación pandémica. En otras palabras… no habrá reprobados.
Ya se suspendieron los correos electrónicos de alumnos o papás; los grupos por WhatsApp, las llamadas que hasta exigían atención personalizada, instrucciones a estudiantes o madres de tutoriales, los mensajes de todo el orden.
Finalmente los maestros de México no recibirán aplauso aunque se multiplicaron las horas de trabajo, sin aumento salarial, reconocimiento, agradecimiento… solo con la satisfacción de haber hecho lo que pudieron.
El mismo Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, no aplaude el esfuerzo del magisterio y giró su siguiente orden: “Los maestros deberán ir a casa de sus alumnos para persuadirlos de regresar a la escuela.” Según las noticias del 9 de junio.
Yo aplaudo a los profesionales de la Educación en México, de todos los niveles, incluyendo el universitario.
Aplaudo a los profesores con la fuerza de mis palmas, pero también con el corazón y no solo por la educación que dieron a sus alumnos, aplaudo su propio esfuerzo para cumplir con su misión.