Maremágnum… Amarillo

Mario Vargas Suárez

La sabiduría popular es tan grande que no tiene autor específico y al escribir el título de hoy, me vinieron tantas ideas a la mente sobre este color, bonito para unos, preferido para otros e indiferente algunos. También el amarillo se relaciona con dichos y refranes que hemos leído y escuchado a lo largo de los años.

No es sorpresa leer en distintos contextos sobre la teoría del color o como introducción a un tema de una moda del vestir, del calzado o los accesorios para hombre o la mujer en determinadas ciudades.

Los dichos van en la dirección que señala quien los usa, como aquellas ideas sobre: “La que de amarillo se viste, en su belleza confía”, aunque también con la connotación Gaby Espino cuando asegura que el dicho completo, según la lengua popular, es: “Quien de amarillo se viste, o de su belleza confía o de sinvergüenza se pasa.”; También con su variación se escucha, según conviene: “Quien de amarillo se viste, en la calle la desvisten”. Me parece que no es el color, lo tradicional es ‘prestado’.

El color viene a este espacio porque a los sabios del Sector Salud se les ocurrió utilizar los colores del semáforo común para automovilistas y, hasta adicionarle el color naranja, ubicado entre el rojo y el amarillo.

Con franqueza no es mala la idea porque cada color, los epidemiólogos, señalaron tiene ciertas características que, popularmente simulamos entender, pero que a todas luces limita ‘nuestra libertad’.

Además, ha faltado autoridad moral para que las autoridades de salud federal sostengan un marco de credibilidad sobre el trato de la pandemia como salud pública porque la curva no parece ‘aplanarse’ y los números que ellos mismos presentan resultan hasta contradictorios y ‘chocan’ con las acciones de otros países.

Hace cuestión de 72 horas se avisó por los medios de comunicación que la mayoría del país (incluyendo Tamaulipas) a partir del 31 de agosto y hasta el 15 de septiembre, por lo menos 10 entidades dejaron el rojo o naranja para llegar al amarillo.

En opinión de especialistas en salud, el pasar tan bruscamente de una etapa a otra, incluyendo el salto del naranja, es una actitud irresponsable, pese a la presión del comercio organizado, incluyendo el banquetero y de los tianguis -con madero o fierro pegados con cemento al piso- han protestado por la amenaza de no dejarlos exponer sus mercancías.

Lo lamentable es que las autoridades sanitarias, castigan y multan a los más vulnerables: los cautivos, a los que establecidos en un lugar específico, pagando renta y servicios; o, en su caso, aquellos que deambulan vendiendo su producto. A ellos sí les clausuran y hasta les multan.

Usted y yo somos testigos, con solo observar a los conductores de vehículos públicos y privados, manejar sin cubre bocas. La misma ciudadanía, en un buen número, camina por las ciudades de todos tamaños, incluso rancherías, sin ellos y nadie o casi nadie les dice nada.

La televisión ha dado cuenta de los ciudadanos que son remitidos, por la fuerza pública, a un juez cívico para su debida sanción, aunque solo remiten a quien mal contesta u omite la indicación sobre ponerse el cubre bocas, aunque corre el riesgo de que le ‘carguen otro milagrito’.

El solo anunciar el cambio de rojo-anaranjado a amarillo, solo en Tamaulipas, dio como resultado que la playa de la Pesca, en Soto La Marina, se abarrotara con varios miles de visitantes. ¿Cuál sana distancia? ¿Cuál gel antibacterial? ¿Cuáles medidas

sanitarias? Los asistentes se fueron a intentar salir de su ‘cárcel’ residencial, del encierro parcial o total.

¿Fue un desfogue social el pasar al amarillo del semáforo pandémico? La verdad es que desconozco la respuesta, pero estoy seguro hubo excesos de todos colores y tamaños que por desgracia vamos a pagar más tarde. Está el ejemplo de Alemania, Grecia y España, solo por mencionar unos.

La situación es simple: Un contagiado no se percata de ello de inmediato, tarda unos días y hasta tres semanas en tener los primeros síntomas, pero infectado hay mucho peligro de contagiar a otros. Por ello las autoridades sanitarias de inmediato realizan pruebas a los familiares que conviven muy de cerca de los recién descubiertos.

El amarillo pandémico me parece es más peligroso porque la mayoría de la gente se confía, porque tenemos la firme convicción de que “…a nosotros no… a mí no.” Lo mismo dicen las chicas que no se cuidan y resultan embarazadas o quienes se contagiaron de VIH… Infectados o embarazadas, se preguntan hasta con lágrimas ‘y porqué a mí…’”

De plano el cambio de color del semáforo debiera teóricamente ser como el cambio de piel de los reptiles, para bien. Lamentable pero este cambio a amarillo pandémico ojalá no sea tan relajado como el vivido por los que fueron a la playa.