Mario Vargas Suárez
Empiezo subrayando que no soy una persona sexista. Defino al sexista como la persona que discrimina a otros (as) por razón de sexo o preferencias. Esto es, por ser mujer o pertenecer a la muy larga clasificación que se agrupa en la bandera con los colores del arcoíris.
Desde la infancia, en casa me enseñaron a respetar a todo mundo y buscar con acciones el respeto de los demás. En consecuencia, no tengo empacho en reconocer los derechos de la mujer y de la comunidad lésbica y que cada día se abren oportunidades para todos. Significo TODOS porque intento incluir al ser humano, sin importar su sexo, preferencias.
Desde esta perspectiva, repruebo las manifestaciones públicas que se generan con motivo o, so pretexto, del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) porque pareciera que se ha generado una lucha de sexos para buscar no reconocimientos de otra cosa, más que ‘poder’ y las evidencias hablan de daño e invasión en propiedad ajena, lesiones, obstrucción de las vías de comunicación, etc.
Viene a colación el tema, porque la mañana de ayer, la televisión mexicana difundió un video donde la Jefa de Gobierno de la capital del país (CDMX), Claudia Sheinbaum Pardo, pide que manifestaciones sean pacíficas en el contexto que gobierna, en ocasión del Día de la Mujer.
Por las escenas que hemos visto en la televisión nacional, ya parece clásico de las marchas femeninas -principales ciudades de México-, las lindas damas hinchan las ganancias de las ferreterías por la gran cantidad de martillos que les compran porque no creo les prestan o regalan ¿O sí? Los resultados son desastrosos.
Por lo menos los últimos ¿cinco años? Hemos sido testigos oculares de diversos daños ocasionados por la ‘dulces… tiernas… inocentes… lastimadas… agraviadas… damas… mujeres’ ¿de todos los estratos sociales?
Algunos especialistas aseguran que los nuevos grupos de choque, ahora integrado exclusivamente de mujeres, han bandalizado lo mismo edificios públicos que propiedades y comercios privados, provocando el miedo social.
Es cierto que mucho se ha dicho de injusticias por la desigualdad de salarios entre hombres, mujeres y la comunidad lésbica… Pregunto: ¿Es real? Admito puedo estar en un error, pero en ocupaciones profesionales, nunca he sabido que, a un docente, a personal de medicina, ingeniería, etc., de la iniciativa privada o la administración pública, les paguen salarios menores por ser de uno u otro sexo o su preferencia sexual. Lo mismo en empleos que no son profesionales, me parece que los salarios van en el mismo sentido.
Hay profesiones y ocupaciones donde se presta la preferencia de sexo, por ejemplo, en la educación inicial, preescolar y en los dos primeros grados de la escuela primaria. Lo mismo pudiera ser en el área pediátrica.
Los feminicidios incluso son severamente castigados por las nuevas leyes que denotan una preferencia sexual y en estos casos, el débil es el varón, el hombre que asesina a una mujer.
¿Imagina vivir con una mujer que pudiera usar de arma un martillo? La misma iglesia no recomienda la agresividad del ser humano, pero las imágenes de las noticias nos han
mostrado las nada inocentes damas que son capaces de mandar al hospital a una mujer u hombre policía.
Otra modalidad del Día de la Mujer es la que se viven en las pequeñas ciudades pero también en comunidades escolares, donde se busca una plaza, una explanada, un área pública para ‘poner los tendederos’ que no son otra cosa más que la exhibición de nombres, fotos que acompañan de quejas públicas, sin que medie una verdad.
En las redes sociales denuncian a profesores “porque me vio los pechos… me comía con los ojos… se me quedaba viendo lascivamente… me decía de cosas feas… me dijo que bonitos ojos… me dijo bien raro: que bien se te ve el pantalón… sentí bien feo…”
Hasta el momento, desconocemos de alguna denuncia masculina sobre el actuar violento de una mujer y usted sabe que las hay y a veces, muy cerca de la casa, de la colonia, del centro de trabajo o de algún lugar.
El Día Internacional de la Mujer deberá ser ya, un día especial para que se busque la igualdad sí, pero de los seres humanos.
La mujer no es superior al hombre, ni éste debe menospreciar en nada a dama.
Ser hombre es un título que se gana. También el de ser mujer.