Aníbal Martínez
El Toro de Etchohuaquila se ha ido. Fernando Valenzuela, falleció este día, en Los Angeles, California.
Los Dodgers lo tenían en su lista de relevistas. Pero la rotación de abridores se rompió, al enfermar un pitcher estelar. Eso ocurrió al final de una temporada.
Tom Lasorda no tuvo más remedio que echar mano de un novato, jovencito que en su cara aún tenía las huellas de la adolescencia. Ese era, Fernando Valenzuela, un desconocido para la afición.
La decisión del destino, marcaría el inicio de la historia del lanzador zurdo. Valenzuela colgó ceros como lanzador abridor.
Llamó la atención la forma en que sus ojos miraban hacia el cielo, cada que tiraba la pelota al plato.
Todo abría quedado ahí, pero Lasorda quedó sorprendido por su frialdad en el montículo y en la siguiente temporada lo incorporó como pitcher abridor.
En su primera salida, 9 de abril de 1981, Valenzuela ganó su partido, blanqueando a Los Astros, de Houston 2-0.
Desde sus primeras salidas fue llamado El Toro. Su apodo se ligaría a su apellido. Sería El Toro Valenzuela y su casa, El Dodger Stadium.
Recuerdo muy bien que sus actuaciones, despertaron las pasiones de aquellos que gustábamos del béisbol… y de los que no, también.
Se comenzó a hablar de él, como un jugador sensacional. Se hicieron reportajes del rancho donde vivía. Todo eran chozas humildes en Etchohuaquila, Sonora. De hecho, siempre se ha dicho que el gran Toro Valenzuela, puso en el mapa a su tierra.
En los 80’s no se transmitían los juegos de temporada por televisión en nuestro país. Bien nos iba poder ver los encuentros semifinales y la Serie Mundial.
Los fanáticos ávidos de ver los encuentros del Toro Valenzuela, se cooperaban y rentaban habitaciones en el Motel Las Fuentes, que tenía la maravilla llamada Antena Parabólica.
Así nació La Fernandomanía, con su inolvidable número 34 en su casaca.
Hoy, la vida le lanzó la última pelota a Fernando Valenzuela y lo pochó.
Se va El Toro Valenzuela, pero la Fernandomanía jamás morirá.